Quisiera escribir hoy sobre el término inculturación. Término utilizado por la iglesia católica que, en grandes rasgos, se refiere al proceso de evangelización en el que la palabra de Dios debe penetrar hasta las raíces de una cultura para ser entendida y vivida en plenitud.
Aunque no se trate de palabra de Dios, la inculturación gerontológica me parece una forma interesante de expresar la necesidad de entender la historia, la cultura de cada mayor para poder satisfacer mejor sus necesidades. Para ello precisamos de un tiempo, de diálogo con el mayor, con su familia y de respeto mutuo. Si quiero que el mensaje llegue debo hacerlo accesible, no como yo quiero sino como ellos necesitan. Las cosas se hacen por un porqué y hay que explicárselo las veces que haga falta.
Los mayores forman parte de una subcultura del pasado con unas normas, un lenguaje, unas costumbres, una forma de pensar que difieren de las actuales pero que deben ser respetadas igualmente. Una subcultura que vivió una posguerra, una dictadura, el machismo acérrimo, una educación precaria…. y otras características que debo conocer para entenderlos mejor y poder ofrecerles unos programas lo más reales y atractivos para ellos. Ponerme en su lugar me ayuda a entenderlos.
Inculturar es introducirse en la cultura para hacerse entender lo mejor posible. Me adapto a los mayores para que ellos disfruten de programas que les estimule la vida y les beneficien lo mejor posible.
También debo decir que adaptar conlleva a veces corregir alguna mala costumbre. Una señora esta acostumbrada a estar todo el día sentada pues hay que hacerle entender que eso no es bueno que debe hacer más ejercicio para estar mejor.
La inculturación es un proceso complicado que requiere mucha paciencia, perseverancia, seguridad, capacidad para corregirse uno mismo, y como no, ganas que no falten.
Un saludo
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