Santiago Martínez

Santiago Martínez

lunes, 6 de julio de 2015

Ocupación y vejez


El ser humano a lo largo de su vida tiene que satisfacer una serie de necesidades que van desde las más básicas como son las fisiológicas (respirar, alimentarse, descansar…) indispensables para mantener la vida, pasando por la necesidad  de seguridad, afecto, reconocimiento hasta las necesidades de autorrealización, dar sentido a su vida buscando sentirse felices. 

Yo dividiría la vida en tres etapas: en la primera etapa de la vida nos preparamos para ser, descubrimos, aprendemos, elegimos el camino por el cual deseamos buscar la felicidad; en la segunda etapa  trabajamos para ser aquello que deseamos y en la tercera disfrutamos de los logros conseguidos y compartimos nuestras experiencia con las nuevas generaciones.

La tercera etapa comúnmente llamada tercera edad o vejez es una etapa que cada vez toma mayor relevancia en el ser humano del primer mundo dada al aumento de la esperanza de vida (alrededor de los 80 años). Existen muchos estereotipos relacionados con la vejez en esta sociedad que pone a la belleza y al dinero como culmen de la felicidad.

Algunos de estos estereotipos equiparan vejez a enfermedad, depresión, deterioro, aislamiento, improductividad… Según la Real Academia Española estereotipo es una imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable. Estos estereotipos nacen en nuestra sociedad consumista con el objetivo de hacer creer que la verdadera felicidad está en ser joven, bello y rico y que todo lo que no sea así no valga la pena.

Cada vez nos llegan más noticias que intentan acabar con estos estereotipos, ancianos que se mantienen en forma, que son felices,  que salen en la tele, que hacen películas, que participan socialmente… Por poner algunos ejemplos tenemos a Pilar Bardem (76 Años),  María Galiana (80 años), Arturo Fernández (86 años), Antonio Gala (84 años) y otros muchos que nos muestran que ser mayor es una etapa de la vida llena de oportunidades para seguir buscando la felicidad.

Cuando una persona va cumpliendo años su cuerpo y su mente va sufriendo modificaciones, su entorno también varía. Nos vamos haciendo más conscientes de nuestro yo, de nuestra individualidad (preferencias, carácter, personalidad, defectos…). El ser humano necesita ser y siendo se siente realizado. En nuestra vida buscamos hacer aquello que nos proporcione un bien desde que nacemos hasta que nos morimos. También en la vejez hay que buscar actividades que nos hagan sentir bien, útiles, queridos, que nos hagan sentir realizados.

Hay un corte longitudinal en la vida que es la jubilación. Pasamos de producir, de estar insertados en un entorno, de sentirnos realizados, de percibir unos beneficios a tener todo el tiempo libre y percibir una pensión todos los meses. La jubilación debe ser una etapa para la que una persona debe prepararse, igual que nos preparamos  para trabajar en lo que queremos debemos prepararnos para dejar de hacerlo. Afrontar el cambio debe ser progresivo, ayudando a la persona a que tome conciencia de la nueva etapa que va a comenzar y adopte una postura activa en la estructuración de su vida acorde con sus necesidades y gustos.  


Hoy en día existen muchas opciones para que las personas mayores se sientan activas: voluntariado, grupos senior, grupo religiosos, asociaciones, centros de mayores… Cada vez hay profesionales más preparados para ayudar a que los mayores sean más autónomos. Pero en mi opinión cada persona es un mundo, cada vida un universo, cada mayor tiene su historia, sus vivencias y su propio yo. Cada persona debe ser la protagonista de su propia vida.

viernes, 30 de enero de 2015

La escucha activa





          Nunca fui partidario del  hacer por hacer. Me gusta hacer cosas que me estimulen,  que me gusten, que me enseñen, que me entretengan, que me beneficien … ,en definitiva que yo decida que quiero hacerla. Cuando programo actividades para los centros en los que trabajo me gusta contar con la opinión de los mayores, pararme a charlar con ellos, prestar atención cuando me cuentan algo, como me lo cuentan para conseguir llevar a cabo actividades que quieran hacer. Contentar a todos es difícil en grupo, pero no individualmente.

          Escuchando activamente a cualquier mayor podemos saber, su estado de humor, como se encuentra, si está motivado, eso me ayuda a saber cómo enfocar cada sesión. Intento motivar a los menos motivados, tranquilizar a los más agitados y distraer a los que peor se encuentren. Nunca obligo a nadie a colaborar activamente, el que no quiere colaborar  tiene todo el derecho a no hacerlo respetando siempre a los demás.

          La escucha activa significa escuchar y entender la comunicación desde el punto de vista del que habla.

          Quisiera compartir  algunos consejos para favorecer la escucha activa:
   
  • No distraernos, porque distraerse es fácil en determinados momentos. La curva de la atención se inicia en un punto muy alto, disminuye a medida que el mensaje continúa y vuelve a ascender hacia el final del mensaje, Hay que tratar de combatir esta tendencia haciendo un esfuerzo especial hacia la mitad del mensaje con objeto de que nuestra atención no decaiga.
  •  No interrumpir al que habla.
  •  No juzgar.
  •  No ofrecer ayuda o soluciones prematuras.
  •  No rechazar lo que el otro esté sintiendo, por ejemplo: "no te preocupes, eso no es nada".
  •  No contar "tu historia" cuando el otro necesita hablarte.
  •  No contra argumentar. Por ejemplo: el otro dice "me siento mal" y tú respondes "y yo también".
  • Evitar el "síndrome del experto": ya tienes las respuestas al problema de la otra persona, antes incluso de que te haya contado la mitad.


          A todos nos gusta que nos escuchen, no que nos oigan. La escucha activa me permite llegar al mayor para poder estimularlo de manera efectiva. Muchas veces una simple charla es la mejor estimulación para los mayores, escuchando muy bien lo que  quieren contar.

          Es cierto que a la viceversa, a los mayores les cuesta bastante mantener una escucha activa, por eso les encanta contar historias (y a mi escucharlas). Para reforzar el déficit de escucha activa de los mayores considero importante:

  • Ejercitar la atención y la concentración.
  • Resaltar el mensaje a transmitir (gestos, tonos de voz)
  • Repetirlo varias veces (incluso en días diferentes).
  • Hablar directamente al mayor mirándole a los ojos a su misma altura, acercándome.
  • Comprobar que lo ha entendido.



          Quisiera concluir con un proverbio anónimo “Aprende a escuchar y sonríe al hablar si quieres agradar.”

          Un saludo